miércoles, 13 de abril de 2011

Del cómo vivir en paz en estos tiempos de violencia.

   Hace unas semanas me encontraba en Saltillo, Coahuila, haciendo un entrenamiento. El viernes por la mañana recibí una llamada para notificarme que había una situación de violencia extrema en la ciudad. Tiroteos, muertos, heridos, plazas cerradas, gente avisada de no salir de casa, gente que mandaban de regreso del trabajo, clases suspendidas. Una atmósfera de miedo cubría la ciudad. La población ahora inmovilizada, paralizada.

   La llamada era para preguntarme/avisarme de la necesidad de suspender nuestra sesión que tendría lugar a las 19:00 horas. A lo que respondí con una negativa contundente. "No podemos suspender". Mis argumentos fueron los siguientes:

1.- Nos comprometimos a realizar un trabajo, dimos nuestra palabra y la cumpliremos.
2.- No podemos sumarnos al miedo generalizado haciéndolo más grande.
3.- Paralizarnos implica coludirnos con los delincuentes y hacerlos fuertes.
4.- No podemos permitir que un grupo de personas decidan si salimos o no de casa a la vida.
5.- Es el mejor momento de proyectar una energía de paz y tranquilidad en la ciudad y la población, la mejor manera de hacerlo es continuar con nuestros planes.
6.- SI NO HACEMOS NOSOTROS LA DIFERENCIA, ¿QUIÉN?

   Cuando todo va bien, es fácil creer, es fácil proyectar, es fácil tener fe. Cuando todo va bien y la vida nos sonríe podemos decir que la vida es bella, que trabajando por nuestro sueños lo conseguiremos. Es sin embargo cuando las cosas son difíciles cuando nos toca demostrar lo que hemos dicho tantas veces. La fe se manifiesta necesaria cuando encontramos puertas cerradas, la paz es el ingrediente indispensable cuando tenemos miedo.

   El dolor y la angustia se presentan y  tú ¿qué haces? ¿te les unes, les ayudas, los alimentas? ¿te dejas arrastrar por la corriente, en confluencia con la necedad, con el enojo y la violencia?

   No, no ayudas, no te ayudas ni le ayudas a nadie desde este lugar. A los únicos a los que tal vez ayudas es a los inconscientes que generan este estado de alarma y violencia en el país, me refiero tanto a los delincuentes como a las autoridades que han emprendido una guerra sin sentido en lugar de lograr acuerdos desde un lugar civilizado e inteligente.

   ¿Cómo te puedes ayudar entonces? Primero que nada, reconoce tu miedo, déjalo estar y observa que es pura fantasía, que el miedo en el 90% de sus formas es producto de un hilo de pensamientos que nos lleva a un estado emocional infernal. Así que detén tus pensamientos y reconoce tu lugar, tu espacio real, el momento en el que estás en donde nada está pasando, nada real, todo está en tu mente.

   Siguiente, reconoce que tú eres creador de tu situación. Vive en precaución, no en miedo y continúa con tus actividades normales. Haz lo necesario para mantener la normalidad en tu vida, vivir en paranoia sólo genera más problemas, bloqueos, negocios vacíos, pobreza, colapso, enojo. Tú puedes detener todo eso si confías. La confianza es la llave, la confianza de fondo.
 
   Como siempre digo, haz tu parte, hazla de verdad. Trabaja en ti, en tu vida, en lo que haz elegido y entonces confía, confía en que todo estará bien, porque incluso los problemas y las dificultades son parte del estar bien y confía en que incluso cuando las situaciones difíciles se presentan, es porque podemos aprender algo de ellas.

   La confianza y la fe, la paz y tranquilidad son catalizadores naturales en el universo, desde este lugar ayudas a mitigar el hambre, el miedo y el dolor.

   Sal entonces a vivir tu vida, y haz una diferencia para ti y para los que te rodean.